Desentierros

 

-[En Proceso…] – Después de comprender la muerte de mi abuela,
fueron los objetos y las memorias lo que quedó de ella.
Las siguientes fotografías retratan los objetos que le pertenecieron
y que ahora son atesorados por sus hijos. Estos objetos
desentierran memorias y con ello la ausencia de mi abuela.
Me interesa hablar de la memoria y el paso del tiempo reflejado
a través de los objetos y de las personas que ahora los atesoran.

Volver a la noche

Yo venía de la noche larga y los ojos abiertos,
Del silencio llenando mis pulmones
Luego me desgarré
Aún así convertí mis alientos en susurros
El color sombra de mis susurros
Pero para llegar a ser, tuve que regresar
Regresar a los tiempos en los que yo era él
Regresar por entre los escombros
Los escombros que me quebraron
Los que yo mismo decidí vivir y me dejaron quieto
Quieto donde yo mismo me sitié
Y como rogué por quedarme
Mis fragmentos de cuerpo separado
Y como dejé que el misterio se colapsara
Con inquietantes pulsiones por segundo
Y como rogué por volverme de color inmortal
Y por favor dame el color inmortal
Dame el color de los sueños
Y dame la llave que los descifra
En esta carta de tinta oscura
Y como convertí la piel en pasado
Y sin la piel no podría estar desnudo
Y tuve que ser alma
Y tuve que tomar el disfraz como corteza
Y me vestí con traje de veneno
Y me tope de frente con tantos mitos
Algunos los creía por convicción
Y otros por que no tenía remedio
El mito del sueño evaporado
El mito del tiempo congelado
El mito del rescate exacto
El mito de la vocecilla en la cabeza
El mito del cabello entre los ojos
El mito de la bella mirada
El de quién fui y quién seré
El de lo que no soy
Y la inmortalidad no era un mito
Y el color existía consecuentemente
Y las palabras se contradecían
Y yo contradecía sus palabras
Y pienso Al carajo No soy ningún santo
Al carajo, sin intenciones de invitar a la muerte
Y camino con las alas rotas
Y destruyo mi traje de veneno
Y visto mi color en la mirada
Y digo de nuevo las palabras
“Al carajo”

Fuera de mi

De pronto estaba de pie, mirando el cielo rojo a la orilla de un suelo quebrantado.                                      La luna llena en el centro de mi universo, brillante, fungía como testigo de mi viaje.

El aire frío alentaba mis pasos, congelaba la sangre derramada sobre mis dedos,                                      mis rodillas se doblaban y desdoblaban a paso desinteresado.

Mi corazón me devora desde adentro.

A través del sinuoso camino, podía sentir el pesado cielo que caía sobre mis hombros y el aire traía  consigo voces que no temo.

A lo lejos veo su sombra, solo su sombra,                                                                                                     La distingo por que le conozco,

-Mis pasos ya no son aleatorios-

Agua de río que fluye, se eleva                                                                                                                        30 pasos me separan,                                                                                                                                quizá sean 20,                                                                                                                                                    tal vez son 10…

Sombra de luz, respira                                                                                                                              Tacto de luz, absorbe                                                                                                                                   Sus ojos de fuego,                                                                                                                                              Su pelo de viento,                                                                                                                                             Mi ansia en el espejo.

Junio en Agosto

Nací un 21 de agosto, tu muerte por el contrario, llegó un 18 del mismo mes.

Yo siempre te quise como si fueras mi madre, Tú siempre me cuidaste y amaste como si yo fuera tu hijo.

Al principio tu ausencia fue abrumadora, por momentos me costaba respirar y contener el llanto. Yo no sabía que hacer con este sentimiento que me devoraba.

Después de comprender tu muerte, tu ausencia se hizo más presente, la casa se volvió más grande, la sala es más fría ahora, la comida en casa me deja con hambre, me llevó años no pasar a tu casa antes de llegar a la mía, y en el panteón quiero llorarte y sentir tu abrazo que me alivia.

Mamá sigue triste por tu partida y yo no sé como consolarla si el sentimiento es el mismo cuando estamos frente a tus cenizas. 

Las lagrimas no se diluyen con el tiempo.

Registros: La ausencia del cuerpo en el espacio muerto.

 

“…

Del anochecer a la noche cerrada, por caminos de palabras que iban y venían, de manos que se encontraban un instante sobre el mantel antes de una risa y otros cigarrillos, quedaría un viaje en taxi, algún lugar que ella o él conocían, una habitación, todo como fundido en una sola imagen instantánea resolviéndose en una blancura de sábanas y la casi inmediata, furiosa convulsión de los cuerpos en un interminable encuentro, en las pausas rotas y rehechas y violadas y cada vez menos creíbles, en cada nueva implosión que los segaba y los sumía y los quemaba hasta el sopor, hasta la última brasa de los cigarrillos del alba. Cuando apagué la lámpara del escritorio y miré el fondo del vaso vacío, todo era todavía pura negación de las nueve de la noche, de la fatiga a la vuelta de otro día de trabajo. ¿Para qué seguir escribiendo si las palabras llevaban ya una hora resbalando sobre esa negación, tendiéndose en el papel como lo que eran, meros dibujos privados de todo sostén? Hasta algún momento habían corrido cabalgando la realidad, llenándose de sol y verano, palabras patio de Bánfield, palabras Doro y juegos y zanjón, colmena rumorosa de una memoria fiel. Sólo que al llegar a un tiempo que ya no era Sara ni Bánfield el recuento se había vuelto cotidiano, presente utilitario sin recuerdos ni sueños, la pura vida sin más y sin menos. Había querido seguir y que también las palabras aceptaran seguir adelante hasta llegar al hoy nuestro de cada día, a cualquiera de las lentas jornadas en el estudio de ingeniería, pero entonces me había acordado del sueño de la noche anterior, de ese sueño de nuevo con Sara, de la vuelta de Sara desde tan lejos y atrás, y no había podido quedarme en este presente en el que una vez más saldría por la tarde del estudio y me iría a beber una cerveza al café de la esquina, las palabras habían vuelto a llenarse de vida y aunque mentían, aunque nada era cierto, había seguido escribiéndolas porque nombraban a Sara, a Sara viniendo por la calle, tan hermoso seguir adelante aunque fuera absurdo, escribir que había cruzado la calle con las palabras que me llevarían a encontrar a Sara y dejarme conocer, la única manera de reunirme por fin con ella y decirle la verdad, llegar hasta su mano y besarla, escuchar su voz y verle el pelo azotándole los hombros, irme con ella hacia una noche que las palabras irían llenando de sábanas y caricias, pero cómo seguir ya, cómo empezar desde esa noche una vida con Sara cuando ahí al lado se oía la voz de Felisa que entraba con los chicos y venía a decirme que la cena estaba pronta, que fuéramos enseguida a comer porque ya era tarde y los chicos querían ver al pato Donald en la televisión de las diez y veinte.”

-Fragmento “Deshoras”, Cortázar, J.